DÍA 1: Entrenamiento a las 17:30, después de todo el día en el cole, llevaré al niño para que juegue y se divierta con sus compañeros. Mientras el niño está entrenando, yo como padre estaré callado viendo como juega y se lo pasa en grande con sus nuevos amigos. A las 19:00 el niño saldrá de la ducha y le preguntaré que tal ha ido el entrenamiento y si se ha divertido, no lo machacaré con los errores de marcaje o los malos controles que ha hecho, para eso ya está el entrenador que le corregirá y enseñará de la mejor manera posible.
DÍA 2: Entrenamiento a las 17:30, llevaré al niño para que practique deporte, pero hoy tenemos que ir pronto a casa porque mañana tiene examen y debe repasar un poco para optar a una buena nota. Como padre veré que lo más importante son los estudios pero también veré que ir a jugar con sus amigos le motiva más que nada en el mundo y que tras entrenar y divertirse estudiará con más ganas. Una vez salga de la ducha, lo llevaré a casa y él solo estudiará sin ningún tipo de agobio y por supuesto no antepondré el deporte a los estudios, con 7 años ningún niño ha jugado en 1ª división y está ganando 14 millones de euros, en cambio con 7 años si puede optar a una educación más amplia que la que recibirán los niños cuyos padres piensan que su hijo es Messi.
DÍA 3: Hoy tiene partido y para ello ayer por la noche se preparó la mochila y la revisó antes de dormir, hoy simplemente he tenido que llamarlo 1 vez y se ha levantado como un rayo emocionado porque va a jugar su partido, rodeado de sus compañeros con los que ha entrenado durante toda la semana. Durante el partido animaremos y daremos nuestro apoyo a todos y cada uno de los niños, nunca reprocharemos las decisiones del arbitro y menos aun las decisiones del entrenador (para algo está con ellos 3 horas a la semana), en el caso de ganar alzaremos los brazos para que los niños vean que tienen a sus padres fuera esperándolos por lo bien que lo han hecho, pero, ¿Y si pierden? Si pierden no solo alzaremos los brazos, sino que gritaremos lo muy bien que lo han hecho para que vean que no se acaba el mundo después de perder un partido (en el deporte podemos ganar, perder o empatar; que no se nos olvide). A título personal cuando el niño salga del vestuario no lo machacaré con los errores que ha tenido, ni le diré al entrenador los fallos que he visto durante el partido (él también tiene ojos) y mucho menos hablaré mal delante o detrás de un compañero de mi hijo. Simplemente almorzará y haremos lo que él quiera durante todo el día, ¡¡¡que para eso el sábado es su día!!!
Si realmente haces esto durante toda la vida deportiva de tu hijo, serás un ejemplo a seguir para todos aquellos que realmente quieren lo mejor para sus hijos.
Publicado por: David Forés Guillem
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